Las instrucciones económicas y normativas que condicionan la vivienda social se ven compensadas por la oportunidad que brindan estos proyectos —generalmente de gran volumen y por encargo municipal— de intervenir en la periferia de la ciudad y definir el espacio urbano. En Berriozar, un pueblo situado a las afueras de Pamplona, el encargo de construir 103 viviendas de protección oficial junto a la autopista ha obligado a revisar el planeamiento existente para dotar de contorno urbano a un terreno que no acaba de ser ni campo ni ciudad. Formando parte de una unidad mayor en T, el bloque residencial cruza el vial que constituye el eje principal de nuevo desarrollo urbano, formando una pantalla visual que oculta el hipermercado adyacente y crea una plaza.

Plantas tipo 

Sobre un solar de 27 metros de ancho y 120 de largo, la crujía única prevista por el planeamiento inicial se sustituye por dos bloques paralelos de 4 y 5 alturas sobre una galería porticada de locales comerciales. Los exiguos patios de luces previstos por el plan parcial se cambian así por un vacío longitudinal que se convierte en el protagonista de la actuación. Tan sólo cuatro núcleos de escaleras y ascensores interrumpen este espacio, formando cuerpos semiabiertos de gran transparencia que dan acceso a seis viviendas por planta. Adoptando parcialmente una solución de acceso por galería, de cada núcleo parten sendos corredores abiertos que conectan con una vivienda de dos dormitorios y dos de tres en cada extremo. Servicios y accesos se agrupan así en las crujías que flanquean el patio, reservando las fachadas exteriores para estancias y dormitorios. Haciendo explícita esta organización, la retícula estructural de hormigón aparece en los alzados plementada con contraventanas correderas hacia la calle y cerrada con lamas fijas para preservar la intimidad en el patio. Un hueco vertical alineado con uno de los paramentos introduce un plano de luz rasante en cada dormitorio.

Una volumetría sencilla y carente de retranqueos, la reducción del número de núcleos de comunicación y la reiteración de soluciones constructivas sin grandes alardes han conseguido un ahorro del coste global que ha permitido mejorar la calidad de los acabados por encima de lo que es frecuente en este tipo de viviendas. Lamas de aluminio, paramentos enfoscados con mortero monocapa y celosías de ladrillo hueco completan unos alzados que tienen el color blanco como denominador común. Los mismos acabados se imponen por normativa a los edificios que completan la plaza, que serán encargados a otros equipos de arquitectos.