En la pedanía de Fläsch, al noreste del país, se emplaza la pequeña empresa familiar productora del exclusivo vino Gantenbein de fama internacional. Al borde de la suave pendiente de los viñedos se sitúan los dos edificios antiguos de dos pisos formando una L. Junto a uno de ellos y cerrando un patio central se ha construido la nueva ampliación de tres pisos. En la planta sótano, comunicado con las salas existentes, se localiza el nuevo almacén de botellas y la sala de etiquetado. Este espacio se caracteriza por la presencia de ocho columnas fungiformes que, pintadas de color blanco brillante e iluminadas desde el suelo, consiguen generar la sensación de que el techo flota sobre ellas. En la planta baja se sitúa la gran sala de fermentación y en el piso superior se encuentran los espacios representativos para la degustación de los productos y una terraza con vistas hacia al valle.

El volumen remite tipológicamente a una construcción rural formada por un esqueleto de hormigón y una cubierta a dos aguas revestida con placas onduladas de fibrocemento. La singularidad del edificio proviene de los paramentos de fábrica de ladrillo inspirados en la imagen de un cesto lleno de uvas en el que el hormigón son las mimbres y la fachada refleja las formas de la fruta.

Durante la fase de construcción se consultó a dos profesores de la ETH de Zúrich que habían desarrollado un prototipo de fachada con la ayuda de dos robots de la universidad. Éstos giraron cada uno de los 20.000 ladrillos un máximo de 17 grados para asegurar la estabilidad y los ensamblaron con un pegamento de resina epoxi. En un plazo de dos semanas se construyeron los 72 sectores que fueron transportados y colocados en obra con la ayuda de una grúa. Los huecos entre las piezas, que no superan los dos centímetros, permiten el soleamiento deseado, reduciendo la entrada directa de luz, condición necesaria para un óptimo proceso de fermentación. En el interior, paneles de policarbonato transparente protegen las salas del viento y de la humedad... [+]