Levantadas en un solar que en tiempos pasados albergaba un pequeño mercadillo a la orilla del río Maas, las dos torres establecen con sus 29 plantas un nuevo punto de altura en el corazón de Rotterdam. En esta ciudad surcada por una red de canales de agua, el conjunto parece a su vez atravesado por el vacío que la majestuosa curva del puente Erasmus genera entre las dos piezas.

Los rascacielos, que parecen gemelos en la distancia, se adaptan a la parcela con un diseño en planta a base de cuadriláteros irregulares de ángulos distintos. Sólo en altura se percibe su disposición, puesto que en un nivel inferior una plataforma de cuatro alturas con ventanas corridas recoge las dos piezas y retoma la escala de la ciudad para albergar las plazas de garaje de los residentes. En el nivel inferior, a ras de calle, la rotundidad del volumen parece perder peso gracias a una planta inmaterial, que se cierra al exterior con un paño continuo de vidrio a modo de gran escaparate que acoge comunicaciones verticales y locales comerciales. La parte superior de este plinto se utiliza como un gran estar colectivo: terrazas y vegetación conforman un jardín privado para dar servicio a los espacios comunes —piscina, gimnasio y salas de reunión— que ocupan la primera planta de cada edificio.

Cubiertas por hormigón trabajado en base a una retícula cuadrada que semeja una composición de teselas, las dos torres asumen en altura su condición de hermanas. La modulación de sus huecos —que incide en la suma de horizontales para crear la vertical— y una altura similar terminan de reforzar su cualidad de binomio inseparable. Estilizan la proporción los retranqueos y balcones, al romper la fachada con ángulos esculpidos de arriba abajo. La presencia de la torre vecina se manifiesta en cada volumen a través de una gran grieta vertical que las comunica visualmente. Atraviesan esta grieta los accesos en galería a los 290 apartamentos —cinco por planta en cada torre— protegidos de las vistas por medio de una malla de acero que genera, con la separación de sus piezas, el mismo efecto que las hendiduras reticulares logran en el hormigón.

El interior de los apartamentos está presidido por la luz, que llega en algunos casos por tres de las caras. Los diez tipos de viviendas ofrecen un amplio abanico de espacios muy compartimentados, en los cuales una serie de paneles móviles posibilita la utilización de las estancias en función de necesidades temporales. Una urbanización con tramas y colores variados termina por cualificar el entorno de las torres, prolongando la sucesión de texturas desde el pavimento hasta la última planta...[+]