Levantado en un área de Zúrich donde las reminiscencias de un hábitat rural —los viñedos, el río, la antigua parcelación— imprimen todavía un marcado carácter al paisaje, el conjunto residencial opta por buscar la armonía con este entorno híbrido entre campo y ciudad disgregándose en tres piezas. Sobre ejes ortogonales y direcciones diferentes, los bloques crean una nueva composición en la suave ladera, donde la frondosa vegetación se proyecta contra la madera roja del cerramiento.

Con pequeñas variaciones en cuanto a la disposición interior de las viviendas, los tres volúmenes, de dimensiones casi idénticas y estructura de hormigón y acero se cubren hacia el exterior con panelado de madera, material que cobra aquí especial relevancia. Si por un lado las escaleras exteriores, las amplias azoteas o las diferentes terrazas que salpican los cuerpos crean una arquitectura fragmentada de escala familiar, por otro la madera se apodera de cada lugar de la fachada para establecer los términos de la relación entre el interior y el exterior: los finos listones se aproximan hasta volver el cerramiento impermeable conformando los paños ciegos; se separan para construir las barandillas y el parapeto de las terrazas, o tamizan también la entrada de luz en las piezas más privadas.

Las tres viviendas que componen cada bloque —cuatro en uno de ellos, hasta completar un total de diez unidades— se maclan en planta y sección originando pisos y dúplex, macla que se utiliza para embeber en piezas centrales las comunicaciones verticales y los cuartos húmedos, conformando estancias libres de particiones a las que se accede por las escaleras exteriores y un ascensor de carácter semiprivado. En la planta inferior, un des-nivel del forjado separa la parte pública de la más íntima, mientras que en la planta superior una ventana corrida rodea las estancias abrazando todo el perímetro. En el ático, el espacio se abre en amplias terrazas que recortan a modo de tapiz el linóleo del interior, y que componen, junto con las cajas abocinadas que asoman en la fachada sustentadas por tirantes de acero y las losas diagonales de las escaleras, una imagen exterior quebrada y dinámica.

Con la clara voluntad de crear un nuevo lugar antes que de ocupar el existente, el jardín acerca el paisaje a la vivienda, desmembrándose en ámbitos rectangulares que desempeñan en planta la misma función que el juego de volúmenes en el alzado: abandonar la escala de bloque colectivo de la ciudad...[+]