Un año más, el anuario del Instituto Holandés de Arquitectura muestra las tendencias de la moda nacional en la temporada 1999-2000, y avanza lo que veremos la próxima. Frente a colecciones pasadas llenas de pliegues y alabeos, sinónimos de la hipermodernidad holandesa —y rápidamente incorporados a producciones prêt-àporter de arquitectos de todo el mundo y a proyectos de los estudiantes que más revistas ven—, este año abundan las formas más cúbicas y angulosas (la eterna caja suiza): valgan como ejemplo las obras de Jo Coenen, Neutelings y Riedijk, o el más purista Wiel Arets.
En el apartado de vivienda continúa vigente un básico de la producción holandesa, las casas en hilera de la tradición de mínimos que vemos en los conjuntos de Wim van den Bergh y Ger Widdershoven, Claus y Kaan o DKV. En la sección alternativa aparece el pabellón de entrada a un parque con pamela de paja diseñado por Drost y Van Veen; y en los complementos, un quiosco de comida rápida de J. P. Moehrlein. Pero es posible que en la vanguardista Holanda la corriente tradicionalista posmoderna (de la que se incluye un ejemplo residencial de Michael Graves en La Haya) acabe por ser lo más fashion. Y es que, como en la moda, todo vuelve.