El fallecimiento en marzo de 2016 de Zaha Hadid a los 65 años de edad de un ataque al corazón fue una noticia tan inesperada como triste. Desde entonces, no han dejado de hacerse cábalas sobre el futuro de su oficina —de la que se ha hecho cargo su socio Patrik Schumacher— y el monto de su legado. Ahora, el diario británico The Guardian, que ha tenido acceso al testamento de la arquitecta y artista angloiraquí, ha contribuido a despejar algunas dudas. Según el periódico londinense, Hadid ha dejado una fortuna que, en 2016, se estimaba en 67 millones de libras (unos 75 millones de euros), de los cuales 500.000 libras irán a parar a Patrik Schumacher, un monto igual corresponderá al hermano de Hadid, Haytham, 1,7 millones de libras se repartirán entre sus sobrinos, y el resto —que en realidad es la mayor parte de su fortuna— se dedicará a constituir un fideicomiso administrado por cuatro albaceas: el propio Schumacher, el promotor inmobiliario Peter Palumbo, el artista Brian Clarke, y Rana Hadid, la sobrina preferida de la fallecida. En su testamento Hadid dio poder a los albaceas para que, según establece la figura legal del fideicomiso, pudieran disponer de buena fe del legado, instándoles a que reinvirtieran una parte en Zaha Hadid Architects, otra la distribuyan entre «empleados pasados, presentes y futuros», y el resto lo dedicaran a organizaciones benéficas, incluida la Zaha Hadid Foundation, institución creada para promover la arquitectura en general y la obra de Hadid en particular.