Con ocasión de la reorganización de los fondos del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, su entonces director, Manuel Borja-Villel, remarcaba «la necesidad de habitar las instituciones más que de visitarlas». La ambiciosa presentación ocurría tras un convulso inicio de siglo que había acumulado, en un corto lapso, numerosos eventos transformadores desplegados desde los espacios que habitamos: la crisis financiera de 2008 y la consiguiente puesta en cuestión del sistema neoliberal desde plazas de todo el mundo, las evidencias cada vez más palpables de la crisis climática en los paisajes que nos rodean, o el renovado protagonismo de los entornos domésticos a consecuencia de la pandemia de la covid-19. En sus declaraciones, Borja-Villel tomaba prestada la distinción entre visitar y habitar del comisario y activista italiano Marco Baravalle, para quien la diferencia temporal entre visita fugaz y estancia prolongada determina los vínculos que las instituciones culturales establecen con sus contextos más inmediatos. Para Borja-Villel, habitar el museo supone entonces transformar sus espacios de representación en laboratorios desde donde ensayar imaginaciones radicales, comprender otras cosmovisiones, y promover modelos sociales alternativos. En definitiva, habitar el museo significa establecer relaciones más duraderas con los contextos en los que la institución se inserta, contribuyendo a formas de cohabitación provechosas para todos los agentes implicados...
Arquitectura en el Museo Reina Sofía[+]