Son muchas las metáforas con las que se ha definido el conflicto entre Israel y Palestina y las tribulaciones de Oriente Medio. Mientras que unas se han inspirado en la geometría (‘rompecabezas’), otras han gustado de la mecánica (’bomba de relojería’) y algunas han preferido la biología (‘avispero’). En su modo de sugerir lo inquietante y lo difícil, todas tienen su punto de verdad, igual que lo tiene la metáfora que convierte los transitados paisajes de la, para tantos, ‘tierra prometida’ en una suerte de imprevisible y arcano juego de azar: un tarot cuyas cartas son símbolos y protagonistas en las que vale tanto la suerte como la necesidad, el carácter como el destino. El Carro (hoy carro de combate), el Demonio, el Mundo, el Emperador, el Mago, el Ahorcado: como las de la baraja de los magos naturales o las brujas, también las cartas del tarot de Oriente Medio representan las fuerzas que, desde el comienzo del mundo, mueven a los hombres: fortuna y desgracia, éxito y fracaso, justicia y injusticia, vida y muerte. Ya sea al derecho o puestos del revés como cifra de especial peligro, los naipes del tarot de Israel y Palestina componen un mapa con ciertos límites pero cuyo significado completo nadie ha sabido aún leer, como no sea el arcano sin número del tarot, que no aparece pero firma el conjunto: el Loco que sabe escrutar la realidad desde más allá de la cordura.