Libros 

Salutación del optimista

Luis Fernández-Galiano 
01/05/2018


El título de Rubén Darío introduce bien dos publicaciones recientes de los ‘nuevos optimistas’: Enlightenment Now, el último libro del mediático profesor de Harvard Steven Pinker, defiende la tesis de que el mundo va bien mediante 72 gráficos, y atribuye la mejora de todos los índices sociales, económicos y políticos a la extensión de los valores de la razón, la ciencia y el humanismo que cristalizaron en la Ilustración; y Progreso, la versión española de la influyente obra del historiador económico sueco Johan Norberg, enumera las razones que nos permiten mirar al futuro con optimismo. En la línea del divulgador de la ciencia Matt Ridley, que ya en 2010 publicó The Rational Optimist, Pinker y Norberg documentan persuasivamente los avances experimentados por la humanidad en el pasado reciente y proyectan su optimismo racional hacia el futuro próximo.

Pese a ser obras de muy diferente dimensión —Enlightenment Now se desarrolla en 450 páginas de texto apretado, a las que se añaden 100 más de tipografía minúscula con notas, índice alfabético y una bibliografía que supera el millar de títulos, mientras que Progreso es un breve ensayo que se lee en una tarde— resuenan con argumentos similares y se citan mutuamente: Pinker menciona en diferentes ocasiones el libro de Norberg, mientras que el capítulo de este dedicado a la violencia está basado en buena medida en The Better Angels of Our Nature, el superventas de Pinker de 2011 que fue calificado por Bill Gates como «the most inspiring book I’ve ever read», y que se cita también copiosamente en el capítulo de Norberg sobre la igualdad, donde se exponen los avances históricos de la misma con la elocuente eficacia que le valió a Progress ser elegido por The Economist libro del año en 2016.

Matt Ridley propuso un optimismo racional, como después harían Steven Pinker o Johan Norberg defendiendo el progreso; a ellos se añadió el desaparecido Hans Rosling usando datos de salud o esperanza de vida .

Más allá de las citas mutuas, la afinidad intelectual entre los dos autores se manifiesta en su común remisión al ‘velo de la ignorancia’ que John Rawls expuso en el clásico A Theory of Justice de 1971 para denunciar la hipocresía de los progresistas enemigos del progreso, a los que se invita a encarnarse al azar en un miembro de una sociedad pasada; y en su compartida preocupación por la distorsión que los medios introducen a través del catastrofismo, lo que otorga al pesimismo un prestigio no avalado por los hechos, que subrayan mencionando ambos a Max Roser cuando afirma que si los periódicos quisieran registrar la realidad, deberían haber titulado: ‘Hoy, 137.000 personas han salido de la pobreza extrema’, y eso cada día durante los últimos veinticinco años.

Pinker y Norberg argumentan que «estamos mejor que nunca», y ello en áreas tan diferentes como la alimentación, la salud, la riqueza, la igualdad, el medio ambiente, la seguridad, la libertad, la calidad de vida o la felicidad, gracias a un progreso que se ha producido en Occidente desde 1800 y en el resto del mundo desde la II Guerra Mundial. Pinker incluso asegura que, además de más altos, nos hemos hecho más inteligentes durante el último siglo gracias a los avances en nutrición, salud y medio ambiente, ya que el cerebro es un órgano voraz en su consumo de energía y en sus exigencias metabólicas.

Muchos calificarán de panglossianas unas perspectivas tan rosadas y situarán su relato en el marco de lo que Stuart Carroll denomina ‘comfort history’; otros, como John Gray, expondrán las limitaciones de un enfoque cuantitativo, y advertirán sobre la imprevisibilidad de los ‘cisnes negros’ en sus proyecciones optimistas; algunos defenderán las virtudes críticas del pesimismo, que permite detectar los problemas para así ponerles remedio; y unos pocos lamentarán la censura ilustrada del pensamiento mágico, la fe religiosa y el irracionalismo nietzscheano, que sin embargo ha producido lo que Mark Lilla llama la ‘tiranofilia’ de tantos intelectuales. Al cabo, la realidad es testaruda, y los datos trenzan un relato que merecería ser difundido ante los cisnes (blancos, por supuesto) y con los hexámetros optimistas del poeta que en 1905 levantó sus cantos de vida y esperanza frente al pesimismo grave del 98.[+][+]


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