Hijo de un padre arquitecto —cuya tradición constructora acaso se remonta hasta el maestro de obras de la catedral de Gerona en el siglo XV— y de una madre judía veneciana que ejerció como ‘pal de paller’ en la familia, el joven Ricardo Bofill Levi tuvo muy pronto que dar muestras del excepcional talento que los más próximos veían en él. Esta combinación de exigencia y autoestima le permitió transitar sin dificultad del Liceo Francés a la Escuela de Arquitectura de Barcelona, donde su activismo político antifranquista y su proximidad al clandestino Partido Comunista le valieron la expulsión en 1957, prosiguiendo su formación universitaria en la Escuela de Arquitectura de Ginebra. Adquirió así tempranamente una experiencia internacional que se desarrollaría después sobre todo en el ámbito francófono —al norte y al sur del Mediterráneo—, aunque sus primeros pasos profesionales los daría en España, y en proyectos a menudo vinculados con la actividad de su padre... [continuar leyendo]