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La raíz vernácula

Manuel Gallego, Carballino, Orense (1936)

Luis Fernández-Galiano 
31/12/2015


Manuel Gallego Jorreto lleva inserto su origen en su apellido, y es difícil hallar un arquitecto más profundamente enraizado en el medio del que proviene, y al que ha retornado apenas ha tenido ocasión para desarrollar exclusivamente allí una carrera lenta y silenciosa, elegantemente atenta a la materia y depuradamente refinada en sus detalles exactos. Sí, es cierto, se trasladó en 1955 a Madrid para cursar allí la carrera de arquitectura, pero es que entonces sólo existían en España dos escuelas, y en la capital vino a caer precisamente bajo el influjo de un profesor también gallego, el enigmático Alejandro de la Sota, a cuyo estudio madrileño se incorporaría como aprendiz tras titularse en 1963. Los tres años de prácticas con De la Sota dejarían una huella indeleble, y cuando ingresó en el Ministerio de la Vivienda en 1966 —iniciando una trayectoria de funcionario que se prolongaría durante dos décadas— la sombra del maestro le seguiría de vuelta hasta Galicia, pese a que sus nuevas responsabilidades en el Servicio Provincial de Urbanismo de La Coruña, que se reforzarían con una estancia en París para aprender técnicas de urbanismo en 1969-70 (junto con una beca de estudiante en Oslo en 1962, su más significativa experiencia internacional) estaban ciertamente alejadas de la construcción... [+]


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