El antropólogo Marvin Harris insistía en su libro Theories of Culture in Postmodern Times (1999) en cuánto la posmodernidad se había encargado de sustituir la ciencia y la razón —asociadas a la presión y opresión de los regímenes totalitarios— por la emoción, las sensaciones, la introspección, la intuición, la autonomía, la creatividad, la imaginación, la fantasía y la contemplación. A diferencia de las consolidadas democracias europeas, la restauración democrática en España se fraguó en plena lógica posmoderna. En lo que a la arquitectura se refiere, esta contribuyó a definir, por un lado, los edificios que representaban a las nuevas instituciones y, por otro, a renovar la formación del arquitecto en unas escuelas que aumentaban en tamaño y número. Todo ello en un tiempo en el que los libros —y, por extensión, las revistas, incluidas las de arquitectura— funcionaban como herramientas culturales y políticas de peso que, además de narrar la realidad, participaban de su transformación.
Tal fue el caso de la revista barcelonesa Arquitecturas Bis (1974-1985), cuyos primeros números estuvieron aún sometidos a la censura de prensa. Su aparición confirmó la definitiva asunción de las prácticas discursivas posmodernas, toda vez que los medios culturales y editoriales vinculados con los presupuestos tardomodernos y sus fuerzas de resistencia —del telúrico realismo social al paradigma tecnocrático— se mostraron incapaces de interpretar la revisión disciplinar. Más que sus contemporáneas, y a diferencia de sus predecesoras, Arquitecturas Bis inauguró una inquietud teórica que superaba los planteamientos historiográficos apoyados tanto en secuencias biográficas y generacionales como en mecanismos de homologación, y revertía la condición subsidiaria de la cultura arquitectónica española en un momento de cambio histórico para el país.
Su origen se encuentra en los ensayos contraculturales desarrollados por cierta burguesía profesional en la Barcelona de finales de los sesenta, disidente tanto de la cultura del régimen como de la ortodoxia marxista. En concreto, en la sinergia producida por el encuentro de Rosa Regàs, Enric Satué y Oriol Bohigas. La primera, editora formada al abrigo de Carlos Barral sin la que no se entiende aquella otra transición cultural que soportó las bases del cambio...