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Pasiones urbanas

Jacobs versus Lefebvre

Luis Fernández-Galiano 
30/08/2017


A la escritora y activista norteamericana Jane Jacobs (1916-2006) se la ha canonizado como teórica del urbanismo, y su The Death and Life of Great American Cities (1961) transformó en efecto el pensamiento y la práctica de la intervención en la ciudad. Por su parte, el filósofo y sociólogo francés Henri Lefebvre (1901-1991) es una figura de culto en la reflexión sobre la ciudad, el espacio y la vida cotidiana, y su Le droit à la ville (1968) se convirtió en un manifiesto de la confluencia entre el marxismo humanista y el situacionismo. Ahora, la publicación de una monumental biografía de Jacobs y de una nueva edición en español del libro de Lefebvre que más asociamos al mayo francés permite refrescar el conocimiento de la obra de dos intelectuales que siguen inspirando muchos de los movimientos urbanos contemporáneos.

La biografía de Jacobs, exhaustivamente documentada, se beneficia del talento narrativo de Robert Kanigel (cuya obra anterior sobre el matemático indio Ramanujan ha sido llevada a la pantalla), y recoge minuciosamente el itinerario vital de la americana sin extenderse sobre su trayectoria intelectual. El estilo coloquial del autor, que quiere evocar el de su personaje —siempre mencionada como ‘Jane’, frente a la convención que restringe el nombre de pila a la etapa infantil y juvenil— contribuye al tópico de presentar una esposa y madre sin títulos universitarios que fue capaz de «escribir siete libros, salvar barrios y detener autopistas». Jacobs, que tuvo un recorrido profesional muy modesto —instituto, varios trabajos de secretaria, diez años de administrativa en la burocracia federal, y redactora en diversas revistas técnicas— llegó sin embargo a ser una periodista experta y ejerció la crítica de arquitectura durante nueve años en Architectural Forum, aunque habitualmente en textos sin firma. Con el apoyo de su marido arquitecto, Bob Jacobs, que la ayudaba a interpretar los planos, la escritora supo fertilizar su experiencia en el análisis de edificios con sus dotes de observación urbana y su formidable talento de polemista para cambiar radicalmente tanto la percepción de la ciudad como las convenciones del urbanismo. Desde sus polémicas con Lewis Mumford hasta sus batallas con Robert Moses, Jacobs devino una referencia cardinal de los años sesenta neoyorquinos, pero en 1968 abandonó el ‘ballet de las aceras’ de su amado West Village para evitar que sus hijos lucharan en Vietnam, pasando en Toronto el resto de sus días.

En ese mismo año se publicó en París Le droit à la ville, redactado en 1967 (centenario de El capital, como subraya el marxista Lefebvre), y que medio siglo después ofrece en castellano Capitán Swing, la misma editorial que en 2011 celebró idéntico aniversario de The Death and Life con su reedición en español (reseñada en Arquitectura Viva 137). La lectura contemporánea de la obra del filósofo, acaso más influyente por su título y su vinculación con los évenéments que por su arduo contenido, resulta en conjunto decepcionante, porque sus ocasionalmente deslumbrantes intuiciones se engarzan en un fatigoso empeño teórico e ideológico que únicamente entiende el derecho a la ciudad «en la perspectiva de la revolución bajo la hegemonía de la clase obrera». En contraste con la defensa por Jacobs de formas de sociabilidad tradicional amenazadas por el funcionalismo segregador de la modernidad, Lefebvre argumenta que «el derecho a la ciudad no puede concebirse como un simple derecho de visita o como un retorno a las ciudades tradicionales. Sólo puede formularse como un derecho a la vida urbana, transformada, renovada». Pero la renovación situacionista adoptó la forma metafórica de la Nueva Babilonia de Constant, que quizá podría entenderse como una hipérbole visionaria de los programas de ‘urban renewal’ que combatió con éxito Jacobs, y por ello en las antípodas del pensamiento de la activista americana.

Al cabo, resulta inevitable sospechar que las agudas observaciones de una mujer sin credenciales han transformado más las ciudades y nuestras vidas que la erudición de un hombre de impecable trayectoria académica. Y si es cierto que ambos sirven de referencia para los actuales movimientos urbanos, no es fácil saber de qué manera pueden combinarse las herencias intelectuales de ambos, tan inmiscibles como el agua y el aceite.


Libros reseñados:

Eyes on the Street

The Life of Jane Jacobs

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