Vishaan Chakrabarti y Albert Pope proponen nuevos modelos de ciudad. Pero mientras el neoyorquino nacido en Calcuta y líder del estudio PAU defiende una utopía pragmática que inserte arquitecturas ecológicas en la urbe existente, el profesor de Rice y animador del think tank Present Future preconiza una utopía inversa de rascacielos y bloques colosales que dan forma a la Gran Aceleración producida desde mediados del siglo XX. Ambos contienen capítulos gráficos con análisis y ejemplos, y ambos incorporan también el trabajo de sus colectivos: los encargos profesionales y las iniciativas urbanas de PAU, que incluyen los proyectos propositivos con The New York Times para incrementar los alojamientos en la ciudad; y los trabajos escolares con Present Future para regenerar amplias zonas de Houston o Detroit con ambiciosos conjuntos de edificios en altura sobre una alfombra vegetal. Enfrentándose a los dilemas y al futuro de la ciudad americana, los dos arquitectos llegan a conclusiones polémicamente diferentes.
The Architecture of Urbanity fue precedido por A Country of Cities (2013, con prólogo de Norman Foster) y Chakrabarti extiende aquí su defensa de la densidad urbana, ahora en el marco de un mundo golpeado por la crisis climática, las pandemias o las mutaciones tecnológicas. Especialmente sensible a los temas del racismo, la desigualdad social o el ascenso del fascismo, establece una genealogía urbanística que desde Haussmann, Cerdá o Le Corbusier llega hasta Robert Moses, Jane Jacobs y Rem Koolhaas, para culminar con Hannah Beachler, la afroamericana que diseñó los escenarios de las películas de superhéroes Black Panther y Wakanda Forever con una estética afrofuturista que le valió ser considerada ‘urbanista del año’ por los críticos Mark Lamster y Alexandra Lange. Pero Chakrabarti no es tan original en su galería de héroes arquitectónicos, que incluye a recientes galardonados con el Pritzker —Aravena, Lacaton & Vassal, Doshi, Kéré o las Grafton—, a los que añade a O’Donnell & Tuomey, Michael Maltzan, Tatiana Bilbao o Marina Tabassum. Al final, su propuesta pragmática cristaliza en conjuntos de escala ‘Ricitos de Oro’ —120 viviendas por hectárea— formados por edificios de tres plantas que permiten evitar las restricciones de las normas de incendios o acceso en silla de ruedas, para rescatar con arquitectura la ciudad distorsionada por el capital y los códigos.
El argumento de Inverse Utopia fue asimismo prefigurado en Ladders (1996, 2015 con prólogo de Pier Vittorio Aureli), y Pope refina ahora su propuesta teórica, que rechaza el eclecticismo arquitectónico y urbano para asumir como referencia esencial el Lafayette Park de Mies y Hilberseimer, siendo este último protagonista inevitable del volumen. Entendiendo que la Gran Aceleración nos ha hecho transitar de la metrópolis a la megalópolis, y de la lógica mecánica de la malla al organicismo del espinazo, censura las que llama ‘simulaciones urbanas’ —la Waterfront City de OMA, la Masdar City de Foster o la Daimler Platz de Piano— para elogiar los esfuerzos hechos desde Patrick Geddes hasta Archigram o Fuller en su empeño por dar forma urbana a la tecnosfera. Pero la Ciudad Jardín de Ebenezer Howard o la Ciudad Radiante de Le Corbusier han sido al cabo las que han colonizado el planeta, y ambas se basan en el espinazo —una columna vertebral horizontal o vertical consistente en un eje primario terminado en fondo de saco y cruzado transversalmente por ejes secundarios— como geometría de agregación, y es este esquema inspirado en Hilberseimer el que se usa en sus propuestas de rascacielos de madera estructural entre plantaciones de bosques sostenibles. De Theodor Adorno a Peter Sloterdijk, pasando por Günther Anders (al que debe la expresión ‘utopía inversa’), la filosofía germana anima un texto que recoge también con fascinación los extremos de densidad asiáticos —que llegan a las 700 viviendas por hectárea en la City One de Hong Kong— para imaginar una distopía acaso verosímil.