En febrero de 1951, Le Corbusier emprendió su primer viaje a la India. El Gobierno del Punyab —el estado que surgió al noroeste del país tras la partición del Raj británico— le había encomendado la planificación urbanística de la nueva capital regional: Chandigarh. Como era habitual en él, viajó provisto de cuadernos de diferentes formatos donde consignó sus reflexiones, las discusiones mantenidas en sus jornadas de trabajo, los primeros esbozos del proyecto y dibujos de lo que fue observando en su recorrido. Cuatro fueron los blocs que utilizó a lo largo de aquella estancia: los pequeños carnets E18 y E19, el cuaderno Nivola 1 y el ‘Album Punjab’, así denominado por su autor y hasta ahora inédito.
Su reciente publicación llega en forma de dos volúmenes, presentados de forma conjunta en un envoltorio de acetato transparente. El primero de ellos, en edición bilingüe en francés e inglés, es una introducción que glosa la gestación del encargo —confiado al equipo liderado por Le Corbusier, del que también formaban parte Maxwell Fry, Jane Drew y Pierre Jeanneret, junto con los ingenieros indios P.L. Varma y P.N. Thapar—, el viaje, la organización del trabajo en común y los cuadernos que llevó el francosuizo, con especial detenimiento en el contenido del álbum. Para ello, sus hojas se ofrecen con la difícil caligrafía de Le Corbusier transcrita, y acompañadas de un riguroso estudio interpretativo elaborado por Maristella Casciato, conservadora jefe y responsable de las colecciones de arquitectura del Getty Research Institute, que desvela el sentido de las anotaciones y dibujos. Las páginas incluyen además algunas de los cientos de fotografías en blanco y negro que Pierre Jeanneret tomó de paisajes, tradiciones y la ancestral arquitectura india, que ayudan a entender la fascinación de aquel grupo de arquitectos con el país.
El ‘Album Punjab’ se reproduce en facsímil en el segundo volumen, con su mismo formato e idéntica encuadernación en espiral. Le Corbusier dejó en él anotaciones —donde, por ejemplo, descubrimos la presencia de Varma y Thapar—, pero sobre todo dibujos. En ellos se entremezcla su interés por una civilización arcaica —esbozó bovinos y elementos de la cultura vernácula como lechos de tejido trenzado, vasijas, hornos, molinos de piedra, verandas o aparejos de ladrillo prensado— con los primeros bocetos para Chandigarh: el trazado y las dimensiones de la retícula, los esquemas de las siete vías, la silueta del conjunto respecto a la cordillera del Himalaya, aproximaciones a los edificios institucionales y a los tipos de vivienda en planta y sección, o las disposiciones constructivas basadas en las bóvedas catalanas; todo ello además de alusiones a sus propios principios arquitectónicos, como la vivienda sobre pilotis, la terraza jardín o la presencia del brise-soleil. En su mayoría, se trata de dibujos sumarios, realizados durante el curso de los debates de trabajo o durante desplazamientos por el país, pero en ellos ya se encontraba perfectamente intuido el trazado de la ciudad, su organización funcional y los edificios que iban a darle carta de naturaleza.
Se trata, por tanto, de una excepcional publicación que permite sumergirse dentro del proceso de proyecto de Le Corbusier, con sus ideas, sus tanteos, sus vacilaciones y dudas, o sus juicios sobre la primera propuesta de Albert Mayer. Las páginas del álbum son la síntesis de una experiencia fascinante, y en ellas podemos entrever la forma en que el maestro miraba y reconocía aquello que debía constituir el fundamento de su gran proyecto urbano.