La exposición de Josep Maria Sostres organizada por el Ministerio de Fomento y el Colegio de Arquitectos de Cataluña viene a hacer justicia al interés que hoy suscita el arquitecto. Justicia porque se presenta una producción que en contadas ocasiones había sido mostrada públicamente y sólo en galerías marginales —como la exposición en la galería CRC de Barcelona, en 1986)— o en pésimas condiciones —como en las exposiciones celebradas en 1990 en los Colegios de Arquitectos de Tarragona y Gerona, donde únicamente se pudieron contemplar los fotolitos del catálogo— ; y también porque la presentación de la mayoría de sus proyectos permite situar la producción de Sostres en su justo lugar dentro de la arquitectura catalana de la época, frente a la mitificación de la que puede haber sido objeto por parte de sus más acérrimos defensores bajo el halo del arquitecto olvidado y malogrado…[+]