Los últimos rascacielos de la Castellana

Modelos de talla

Fermín Vázquez 
30/06/2006


Para muchos uno de los atractivos de Madrid es su normalidad, esa condición de ciudad libre de la conciencia de sí misma que en otras ciudades se convierte en desproporcionado narcisismo o en desengaño fatalista. Este Madrid poco pedante asume, con la naturalidad de su descuido desinhibido, el descomunal desarrollo de estos últimos años. Madrid parece una ciudad a la que los acontecimientos le suceden, y lo mismo ‘le sucede’ un PAU —o una docena— que cuatro rascacielos.

Al final de la Castellana, cerca de donde ésta termina inopinadamente, despatarrada en una T viaria llena de hebras circulatorias congestionadas, se están elevando cuatro torres de altura considerable. En los antiguos terrenos de la Ciudad Deportiva del Real Madrid surgen ya, dispuestos con aséptica corrección, cuatro rascacielos que suman cerca de 300.000 metros cuadrados de superficie construida dedicados, casi exclusivamente, a oficinas. Las torres añaden una pieza más a la serie de edificios en altura que van jalonando el eje de La Castellana, desde las torres de Colón, de Antonio Lamela, hasta las torres KIO, de Philip Johnson y John Burgee, en la plaza de Castilla. El entorno urbano inmediato proporciona pocas apoyaturas. Inmediatamente al norte del solar está la Ciudad Sanitaria de La Paz, conjunto hospitalario de los años sesenta. Enfrente, al otro lado de la Castellana, las viviendas para ferroviarios de Secundino Zuazo parecen observar, impotentes, la llegada de poderosos colonizadores en la otra orilla del río... [+]


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