La torre Agbar, masculino singular

Joan Sabaté 
31/10/2003


Un rascacielos es siempre singular. No importa si está aislado, si configura un grupo o si crece en pareja, como las desaparecidas Torres Gemelas de Nueva York; esta pieza esencial de la cultura contemporánea mantiene su vocación de hito urbano y de símbolo de capacidad tecnológica y económica. El rascacielos evoca el poder y la razón, o mejor, la razón técnica al servicio del poder. Se trata de una tipología específica de la modernidad, un modelo que aparece en Chicago a finales del siglo XIX, con la incorporación de la industria a la construcción, el desarrollo de las estructuras de acero y la aparición del ascensor y el teléfono. El rascacielos representa, en este sentido, una síntesis entre conocimiento científico, innovación en los procesos productivos y tipología arquitectónica, al mismo tiempo que se constituye en paradigma de una sociedad que creyó firmemente en un desarrollo ilimitado basado en la técnica y la industrialización del trabajo...[+]


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