La Fundación Iris —patrocinada por el oligarca y coleccionista Román Abramóvich y dirigida por su esposa Daria Zhukova— acaba de anunciar el comienzo de las obras de la nueva sede de Garage, el museo de arte contemporáneo más influyente y cosmopolita de Moscú. La noticia resulta quizá inoportuna, pues se produce cuando las relaciones de Rusia con EEUU y la UE atraviesan el peor momento desde la caída del Telón de Acero, un contexto que ha acentuado quizá las actitudes estalinistas que mantienen los Gobiernos rusos respecto a la cultura, y que en esta ocasión han llevado al ministro del ramo a declarar que el Estado no subvencionará arte contemporáneo «a menos que sea patriótico»; algo que, por cierto, resulta harto improbable.
En este erial artístico, y con la antipatía de un Gobierno que cada vez más tiende a considerar una amenaza todo lo que viene de Occidente, Abramóvich y Zhukova continúan con su empeño cultural, y han porfiado en el proyecto que hace varios años encargaron a Rem Koolhaas. La sede de Garage estará en el Parque Gorki, diseñado por Mélnikov en 1920, y será el resultado de transformar un restaurante de los años 1960, abandonado hace más de dos décadas, en un espacio recubierto de policarbonato cuyos 7.000 metros cuadrados se destinarán a salas de exposición y talleres, los consabidos auditorio, tienda y cafetería, y, sobre todo, la biblioteca, que albergará uno de los mayores archivos de arte contemporáneo ruso. El museo se inaugurará en 2016... Putin mediante.