Desde que en 2002 saltaran al ruedo con el Blur Building, una nube construida sobre el lago de Neuchâtel, la trayectoria de Elizabeth Diller y Ricardo Scofidio (a los que se asoció en 2004 Charles Renfro) ha estado jalonada por proyectos siempre sorprendentes y en ocasiones necesarios, como la reconversión de la High Line de Nueva York. En esta trayectoria se engarza ahora un nuevo eslabón, que es además uno de sus edificios más importantes: el Broad Art Museum de Los Ángeles, inaugurado el 20 de septiembre.
Proyectado para cobijar una de las mayores colecciones privadas de arte contemporáneo, la del filántropo Eli Broad y su esposa Edythe, el edificio se sitúa muy cerca del Walt Disney Concert Hall de Frank Gehry. Esta proximidad determina el proyecto en la medida en que el nuevo museo no renuncia a su condición icónica, y confía su imagen a una piel abstracta de geometría rigurosa y traza orgánica. Así, los 11.000 metros cuadrados de que consta el museo, distribuidos en tres plantas, se recubren con una envolvente que es a la vez estructura y ornamento. En cuanto celosía estructural, la envolvente permite liberar la planta baja y convertir el encuentro con el suelo en un acontecimiento que anima al visitante a penetrar en el vestíbulo excavado en el interior. En cuanto ornamento, la envolvente compuesta por 2.500 piezas romboidales de hormigón reforzado con fibra de vidrio filtra la luz natural procedente de la calle, pero oculta de la mirada ajena las alhajas que contiene esta especie de joyero facetado y espléndidamente blanco.
