Gehry desembarca en París con un gran edificio y una gran exposición. La sede de la Fundación Louis Vuitton —una nube según su autor o quizá una especie de armadillo de inmensas escamas de vidrio— abrirá sus puertas algunos meses después de que el arquitecto haya recibido el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y de que se haya inaugurado su Biomuseo en Panamá, y tras haber pasado por un largo y espinoso proceso de construcción que, debido a la denuncia de los acomodados vecinos de la zona —el edificio se ubica en pleno Bois de Bologne—, provocó el pasado año la paralización cautelar de las obras.
La apertura del extraordinario edificio patrocinado por los magnates Bernard Arnault y Moët Hennesy —del que daremos cuenta detallada en el próximo número de Arquitectura Viva— coincide con la de la gran muestra que, desde octubre, acoge el Centro Pompidou de París, sólo tres meses después de la consagrada por el mismo museo a otro arquitecto, Bernard Tschumi. Comisariada por Frédéric Migayrou, la exposición presenta más de sesenta maquetas y cerca de 220 dibujos, y da cuenta de la trayectoria completa del arquitecto canadiense nacido en 1929, una carrera jalonada por hitos indiscutibles como el Museo Guggenheim de Bilbao o el Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles, pero también por excesos icónicos de relativo valor plástico y funcional. La muestra podrá verse en París hasta el 26 de enero.