Nadie ignora las dificultades de integrar en los edificios los sistemas de producción de energía éolica. Por eso resulta sorprendente —aunque aún pertenezca al género de la ciencia ficción— la propuesta del estudio sueco Belatchew Architecture Lab: un rascacielos, el Strawscraper, revestido de una especie de ‘pelo’ capaz de convertir la energía del viento en electricidad. En teoría lo consigue a través de una serie de apéndices móviles que revisten la fachada, y cuyo movimiento produce electricidad por efecto piezoeléctrico, es decir, por la capacidad que presentan ciertos materiales de adquirir una polarización eléctrica en su masa al ser sometidos a tensiones mecánicas. Hipotéticamente, este sistema permitiría convertir la fachada de los rascacielos urbanos en pequeños parques eólicos sin recurrir a las turbinas convencionales, ruidosas, dañinas para las aves y difíciles de integrar en los edificios.
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