Una exposición en Barcelona recuerda el desmantelamiento del barrio pescador de Valencia, y aquel tiempo no tan lejano en que las ciudades eran el campo de batalla preferido de los artistas. Pocas exposiciones son tan satisfactorias como la que firman Patricia Gómez y María Jesús González en Fabra i Coats, el centro de arte contemporáneo instalado en la antigua fábrica barcelonesa de hilaturas. Y no solo porque, con muy poco, le saca los colores a otros centros de arte con mayor robustez económica. También porque es un bosquejo y una continuación de los deseos de aquellos artistas de hace ya medio siglo, que entendían la ciudad como el escenario ideal de sus esperanzas reformadoras; expresión cargada, es verdad, de una aureola...
El País: Escombros zombis en el Cabanyal