Pekín planea separar su economía en dos esferas: una externa que permanecerá en contacto con el resto del mundo y otra interna, con creciente protagonismo. Esto es un reto enorme para Occidente.
Hace unos meses, las autoridades chinas se comunicaron con algunas de las empresas extranjeras más grandes que operan en el país y les pidieron que designaran un representante para una pequeña reunión a puerta cerrada en la que se hablaría de la nueva estrategia económica de China. La reunión iba a ser con un alto funcionario en lugar y hora no revelados. Según dijeron dos personas con conocimiento directo, que insistieron en el anonimato, a las empresas se les pidió que los representantes fueran exclusivamente personas de etnia china. Por contenido y forma, la anécdota es un buen ejemplo de la determinación con la que China busca imprimirle a su economía un carácter más claramente nacional, con el desarrollo de tecnologías y fuentes de energía propias y la asignación de una mayor importancia al consumo interno que a la demanda extranjera...
El País: El nuevo impacto de China