«Nuestras ciudades están enfermas». Desde los primeros asentamientos mesopotámicos hasta la ciudad medieval y, sobre todo, tras la Revolución Industrial, los núcleos urbanos han alterado sus estructuras y geometrías para acoger los crecimientos demográficos y adaptarse a los avances sociales. Sin embargo, con la exacerbación del modelo neoliberal y la propagación del virus suburbano, las ciudades empiezan a mostrar síntomas de agotamiento y se extiende una inesperada anemia, signo de que su desarrollo puede tener límite. Los cambios han provocado un complejo cuadro sintomático, cuya mayor afección es que su principal función ya no es vivir en ellas, sino la creación de valor.
Este es el certero diagnóstico de Jorge Dioni López, que tras recorrer la España de las piscinas y dilucidar cómo el urbanismo crea ideología, se muda de la periferia al centro para desgranar los problemas de la urbe contemporánea. Aunque las tesis no son nuevas y empezamos a estar familiarizados con neologismos como ‘uberización’ o ‘zendalismo’, el autor aporta un inteligible acercamiento a las ideas de clásicos como Lefebvre, pero también de Harvey o Piketty, alternando ejemplos paradigmáticos como Baltimore o Detroit con geografías cercanas como Valencia o Barcelona; y ofreciendo símiles claros como la desamortización del fútbol o la La residencia de los dioses en la aldea de Astérix.
Este ensayo confirma que el urbanismo está de moda, y que tras entrar en las agendas políticas, proliferan los textos que manifiestan la extenuación del sistema. Dioni achaca el malestar a un modelo basado en el movimiento —de personas, bienes o capital—, junto con el trinomio cultura-ocio-consumo, y se atreve incluso con una breve receta como epílogo. Con todo, la afirmación inicial sobre la delicada salud de las ciudades, que abría también las teorías urbanas de Fisac, aun formulada en los años sesenta permanece vigente. Ojalá este libro contribuya a esa ciencia que permita a la ciudad volver a ser solo un escenario para la vida colectiva.