Estamos citados en el vestíbulo del recién terminado rascacielos para The New York Times, y enseguida lo veo en el auditorio grabando una entrevista frente a las cámaras de televisión. Me saluda desde lejos, y pronto iniciamos una conversación que tiene cuatro escenarios y cuatro tempos: adagio en las butacas del auditorio en penumbra, andante en los veladores de la cafetería transitada por empleados con prisa, allegro en el balcón sobre las tres plantas de la redacción bulliciosa, y presto en la acera efervescente de la Port Authority Bus Terminal, frente al edificio exacto y delicado, que se disuelve en claridad y niebla. Cuando nos despedimos, Piano se coloca una pequeña mochila y se pierde en la multitud...[+]