La pregunta es todo un dilema moral: ‘¿Puede un criminal de guerra ser un gran artista?’ Léon Krier cree que sí: que Albert Speer fue culpable del horror nazi y también un magnífico arquitecto.
Para demostrar esto último, Krier elaboró una monografía sobre el arquitecto y ministro de Hitler, que publicó en 1985 la editorial de su colega Maurice Culot (Archives d’Architecture Moderne, Bruselas), y que ahora vuelve a publicar The Monacelli Press (Nueva York) como un facsímil al que sólo se ha añadido un prólogo de Robert A.M. Stern y una versión actualizada del texto principal de Krier, titulado ‘Una arquitectura del deseo’...