(Mannheim, 1905 - Londres, 1981)
El mito de Albert Speer, el arquitecto de Hitler, vuelve al teatro. Con 32 años fue nombrado en 1937 Inspector general de edificios de Berlín y planeó con el Führer la capital del Reich victorioso, Germania. Pero la guerra empezó a ponerse cuesta arr
Los monumentos mudan: mudan de piel, mudan de aspecto y mudan de sentido. Como patrimonio vivo, renuevan sus revestimientos y sus fábricas, transforman su apariencia exterior y modifican su contenido simbólico; y como patrimonio vulnerable, experimen
Berlín decide conservar el Campo Zeppelin en el 75 aniversario de los juicios. La ciudad de Nuremberg cumplirá los deseos del arquitecto de Adolf Hitler, Albert Speer. En el 75º aniversario del primero de los juicios celebrados en esa ciudad bávara,
La gran colina de escombros de Berlín oculta los restos de una academia militar nazi, despojada así de su condición heroica de ruina.
La vida cotidiana en la Alemania nazi y los interiores de Gerdy Troost para Hitler contrastan con la arquitectura monumental de Albert Speer.
La pregunta es todo un dilema moral: ‘¿Puede un criminal de guerra ser un gran artista?’ Léon Krier cree que sí: que Albert Speer fue culpable del horror nazi y también un magnífico arquitecto. Para demostrar esto último, Krier elaboró una monografía
La columna de humo del 11-S, que dibujaba espectralmente el recuerdo de los rascacielos, fue seguida pronto por el proyecto de levantar dos torres de luz —materializadas con focos dirigidos al cielo seis meses después de la catástrofe— sin que pesara