Arte y cultura 

Cintas caseras. Arquitectura en los Goya 2025

Arte y cultura 

Cintas caseras. Arquitectura en los Goya 2025

Alberto Ballesteros 
06/02/2025


Casa en flames 

Siempre sofisticados y coloristas, los espacios que selecciona con esmero y filma Pedro Almodóvar son esenciales en sus narraciones, como puede comprobarse una vez más en su reciente La habitación de al lado. Sin embargo, la ya más que comentada casa donde Tilda Swinton y Julianne Moore intercambian reflexiones sobre el ocaso de la vida —en un bosque neoyorquino que en verdad está en El Escorial— no es este año la única morada que destaca entre los trabajos candidatos a ganar algún Premio Goya.

Como las familias infelices lo son cada una a su manera, la que ha imaginado Eduard Sola para la última película de Dani de la Orden vive sus desgracias en una idílica Costa Brava. Aunque Casa en flames tenga la hondura turbulenta de un drama ruso, el guionista del momento —detrás también de La virgen roja de Paula Ortiz y la premiada serie Querer— ha situado los enredos de una madre acomodada y su parentela en la luminosa Cadaqués, en el marco de una casa que, ya desde el título, cobra tanto protagonismo como los personajes.

Fuente de reproches y disputas entre la matriarca que encarna una portentosa Emma Vilarasau, los dos hijos, los yernos y el exmarido —un elenco que incluye a Enric Auquer, Maria Rodríguez Soto y Alberto San Juan—, la villa al borde del mar es el escenario principal de un fin de semana donde los recuerdos de veranos felices confrontan con las tensiones que provoca la decisión de la madre de ponerla a la venta. Todos proceden de esa burguesía catalana más bien refinada, hedonista y «con un pastizal en patrimonio, pero dos duros en el banco», si bien sus motivaciones serán menos pecuniarias que encaminadas a mantener una aparente estabilidad, que, no obstante, se irá desmoronando poco a poco.

Mientras afloran secretos y desengaños, la propia casa pasará de ser un plácido refugio a un recinto cada vez más opresivo. Como no podía ser de otra manera, para representar ese reducto de privilegio mediterráneo se decidió rodar la película en una obra de José Antonio Coderch —la casa Rovira, en realidad situada en Canet de Mar—, cuya serena modernidad de sabor vernáculo aporta un sello distintivo al metraje. La acción sucede ante paramentos encalados de líneas rectas, celosías de madera, verandas escalonadas y lámparas de firma: un diseño de producción que condensa el espíritu voluptuoso de la gauche divine barcelonesa cuando se trasladaba a Cadaqués durante el estío.

Diáfana y acogedora al principio, cerrada y desnuda más adelante, la arquitectura irá reflejando las mudanzas emocionales de los personajes. Quizá no muchas personas puedan permitirse una residencia como esa, pero el discreto encanto del diseño de Coderch, lejos de hacer ostentación, hará que cualquiera se identifique con los conflictos paternofiliales que en ella prenden chispas, porque al cabo todos somos un incendio sin control.

Con sus ocho nominaciones, Casa en flames compartirá espacio en la carrera de los premios con aún más creaciones que exploran la psicología de los ámbitos domésticos. De nuevo una venta, pero esta vez la de un anodino chalet en la sierra valenciana, reunirá temporalmente a tres hermanos desde hace poco huérfanos: así comienza La casa de Álex Montoya, adaptación de la novela gráfica de Paco Roca que presenta una experiencia bachelardiana donde rincones y los objetos —una pérgola de jardín, un sombrero de paja, un sacacorchos que siempre falta— encierran sueños de infancia y van construyendo la relación con el padre ausente, hosco pero a su manera afectuoso.

Y si en esta cinta, que aspira a dos estatuillas, la arquitectura se deshace en imágenes sencillas que apelan a lo íntimo, en La gran obra, uno de los candidatos a mejor corto de ficción, la casa se presenta como objeto de deseo, símbolo de un estatus inalcanzable que despierta envidia. En apenas veinte minutos, Àlex Lora desgrana la visita de unos chatarreros a una mansión cuyo inmaculado minimalismo les hace sentir continuamente fuera de lugar, en una inevitable referencia a Parásitos. Emocionen o impongan, queda claro que las paredes también actúan, y bien podrían reclamar su galardón.

La habitación de al lado

La casa 

La gran obra



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