João Luís Carrilho da Graça ha conseguido ser el equivalente generacional en Lisboa de Eduardo Souto de Moura sin necesidad de recurrir a comparaciones incómodas. En los tiempos en que despuntaba la carrera de este arquitecto nacido en Portalegre en 1952, la sombra de Oporto y de su ‘escuela’ era muy alargada; pero Carrilho da Graça miró en dirección al horizonte soleado de su tierra alentejana para construir su biografía con unas cuantas certezas. De la mano de dos autoras italianas, Roberta Albiero y Rita Simone —que escriben tanto los textos introductorios como los comentarios de proyectos y obras—, en este volumen de la serie ‘Documenti di Architettura’ se identifican y detallan cuáles son las constantes de esa trayectoria: autonomía del gesto plástico, exploración casi obsesiva de figuras tales como el patio o el basamento, dialéctica entre gravedad y ligereza, así como entre verticalidad y horizontalidad, además de un proceso de depuración constante de las ideas a partir de las cuales surgen los proyectos. Desde la emocionante piscina de Campo Maior al monacal centro de control de Carcavelos, recientemente terminado, pasando por la Escuela de Comunicación de Lisboa, la pousada del Monasterio de Flor da Rosa o el Pabellón de la Expo’98, cada una de estas obras resuena en la anterior y prefigura la siguiente.