El tiempo pasa rápido y ha quedado ya muy atrás la época en la que el nombre de Carme Pinós aparecía siempre asociado al de Enric Miralles y viceversa. Después de proyectos tan conocidos como la escuela La Llauna, el cementerio de Igualada, el centro social de Hostalets o la escuela hogar de Morella, Pinós hace una breve declaración de intenciones (que no parecen muy diferentes de las que han guiado su obra anterior) y elige mostrar su última producción con un atractivo formato «similar al de una conferencia ilustrada». Peter Smithson— un veterano arquitecto que conserva el espíritu joven— y Pedro Azara—un joven filósofo que no pierde de vista el pasado—aportan la visión desde fuera.