El pasado mes de junio se inauguró la nueva Terminal 1 del aeropuerto de Barcelona, en El Prat del Llobregat, firmada por Ricardo Bofill, quien también diseñó las anteriores remodelaciones. Se trata de la mayor infraestructura construida en Cataluña en las dos últimas décadas, un complejo de 550.000 metros cuadrados con capacidad para 30 millones de viajeros anuales (55 si se suman los de la Terminal 2) y hasta 90 operaciones cada hora. La terminal se organiza alrededor de tres grandes elementos: un edificio procesador que aloja la facturación, la recogida de equipajes y la zona comercial del lado aire (de 24.000 metros cuadrados y denominada La Plaza); dos diques laterales y uno longitudinal dedicados a zonas de embarque de pasajeros; y un vestíbulo intermodal donde confluirán los distintos sistemas de transporte —en el futuro llegará el metro y el tren de Cercanías—, conectado con dos silos de aparcamiento que suman 9.400 plazas. Entre los rasgos más destacables del interior está la abundancia de iluminación natural y la variedad de los espacios, pensados para hacer más agradables las esperas aeroportuarias.