La lección inaugural del curso de las Reales Academias me permite compartir algunas reflexiones sobre el trabajo artístico e intelectual y sobre los desafíos a que se enfrenta nuestro país en esta hora crítica del mundo. Voy a ocuparme de la etapa final de los creadores, que puede combinar tenacidad humilde y relámpagos de lucidez, y he querido aprovechar estas ráfagas de luz para esclarecer las tareas que pueden desempeñar las Academias, dentro de la voluntad de servicio que es el núcleo de su razón de ser, y con la dimensión crítica inseparable de su independencia. Ningún ejemplo mejor de ese doble empeño que una figura íntimamente asociada a esta casa, Francisco de Goya...[+]