Arte y cultura  Exposición 

Apoteosis cordobesa de Julio Romero de Torres

El pintor de las pasiones

Juan Antonio Ramírez 
28/02/2003


Córdoba, el sábado 15 de febrero de 2003, a las once de la mañana: en el salón de actos del Círculo de la Amistad tiene lugar la inauguración solemne de la exposición de Julio Romero de Torres. Es un momento histórico porque todo el mundo allí está preparado para participar, unas horas más tarde, en la primera manifestación global (planetaria) contra la guerra de agresión a Irak (a ello se refieren expresamente algunos oradores y muy especialmente Jaime Brihuega, comisario de la exposición); pero también son muy conscientes de asistir al parto de una de las muestras más singulares de la historia de la ciudad, toda una compleja operación historiográfica e ideológica, con importantes repercusiones urbanísticas, políticas y mediáticas. Reaparecía en público parla ocasión, tras un largo periodo de silencio, el polémico sacerdote Miguel Castillejo, presidente de CajaSur, y había expectación por lo que podría llegar a decir. Llamativa fue, en efecto, su reivindicación de un Romero de Torres caritativo, un «admirable paisano» que mantenía a catorce personas de su propio pecunio. Lo que se inauguraba era para él una «exposición macroantológica». El presidente de la Diputación hizo una intervención izquierdista refiriéndose al artista como un «conjunto de símbolos para la paz, el progreso y la esperanza». Rosa Aguilar, alcaldesa de la ciudad y antigua portavoz de Izquierda Unida, lanzada a los ditirambos, identificó a Córdoba con su artista, y no olvidó lo de «el alma colectiva de un pueblo». El profesor Brihuega expuso bien las intenciones que animaron a todo su equipo, y señaló la posibilidad de recuperar al pintor desde la óptica de las vanguardias, con expresa mención del surrealismo... [+]


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