Arte y cultura  Exposición 

Alexander Calder en el Guggenheim Bilbao

Contra la gravedad sin gracia

Juan Antonio Ramírez 
30/06/2003


Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que parecía imposible imaginar un museo de arte moderno sin un Calder suspendido en el vestíbulo, moviéndose ligeramente, acogiendo a los visitantes como un pájaro de buen agüero. Aunque aquellas obras eran distintas entre sí, las veíamos en todas partes como si se tratara de réplicas, pequeñas variaciones de una misma cosa. Proliferaron también entonces los stabiles, monumentos estáticos gigantescos de los que se dotaron diversas ciudades, ansiosas por adquirir mobiliario urbano prestigioso. Así es como Calder llegó a ser un artista popular, tan aceptable para las masas como los celebérrimos Picasso o Dalí. Pero no fue buena aquella proliferación de sus trabajos porque tales obras, en absoluto creaciones menospreciables, sí disimulaban mediante su exhibición como banales objetos decorativos y ‘de representación’ la poderosa carga subversiva y el gran poder euforizante que siempre tuvo la obra del escultor americano... [+]


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