Bill Viola nació en Nueva York, en 1951. Durante su primera juventud fue un buen jugador de fútbol americano antes de empezar a estudiar pintura y música electrónica en la escuela de arte de la Universidad de Siracusa. A principios de los años setenta se convirtió ya en uno de los primeros videoartistas del mundo, campo éste en el que ha desarrollado una carrera sorprendente, con un alto grado de aceptación popular. Hasta los críticos conservadores, reacios a admitir la legitimidad o el valor de las nuevas modalidades de creación visual, reconocen en Viola a un ser extraordinario (de él ha dicho hace poco Guillermo Solana que era el Fray Angelico de la era digital). Estamos, pues, ante alguien que no necesita apoyos ni justificaciones, y cuya presencia constante en los principales centros de arte nos permite considerarlo como un prototipo del artista internacional.
No es sorprendente que su reciente exposición ‘The Passions’ haya sido considerada como uno de los acontecimientos artísticos más importantes del año 2003. La idea la gestó Viola en el Getty Research Institute de Los Ángeles, durante una estancia allí en 1998, junto con otros especialistas (críticos e historiadores del arte) dedicados al estudio de la representación de las pasiones. A propósito de ese periodo ha hablado extensamente de la enfermedad de su padre, detectada entonces, y de su muerte, de modo que trabajar con la expresión de los sentimientos habría sido algo más que un mero ejercicio académico. El caso es que como consecuencia de todo aquello ha podido montar la exposición más ambiciosa de su carrera, con un circuito itinerante que incluye, además del Paul Getty Museum de Los Ángeles, la National Gallery de Londres, y las Bayerische Staatsgemälde-sammlungen de Múnich. El esfuerzo para él y para las instituciones que le apoyan ha sido, ciertamente, considerable, y parece lógico que hayan pretendido rentabilizarlo mediante este circuito internacional... [+]