Este libro tiene su origen en una tesis doctoral de indudable atractivo: analizar cómo se han enfrentado los arquitectos modernos a un tema tan antiguo como es el edificio religioso. El estudio en su versión moderna —es decir, en un periodo más bien laico y concentrado en construcciones menos simbólicas— de este tipo edificatorio que tanto ha hecho por el desarrollo de la arquitectura occidental ofrece perspectivas múltiples.
La autora ha dado un repaso a la historia de principios del siglo XX y nos ofrece rigurosas descripciones de edificios y clasificaciones de carácter formal y tipológico, pero se echa en falta una introducción que nos explique la ‘hipótesis’ inicial y una conclusión que sintetice la ‘tesis’ final. Y se comete el desliz, por otra parte bastante frecuente, de identificar el siglo XX con el periodo ‘moderno’ o ‘contemporáneo’ incluido en las historias de la arquitectura. En este libro, en cambio, el edificio más reciente que se cita es de 1976 (Bagsvaerd, de Utzon). Como compensación hay una verdadera inflación de arquitectos expresionistas.