El sistema de construcción de viviendas industrializadas Moduli 225, concebido por Kristian Gullichsen y Juhani Pallasmaa (este último conocido también como historiador y crítico de arte), entronca con el acervo finés de edificación en madera, pero se nutre asimismo de otras influencias dispares, como la estética ortogonal de la casa tradicional japonesa (muy presente en Europa desde mediados del siglo XX) u otros modelos de vivienda precedentes, como la Casa Farnsworth, la Packaged House (1941) de Wachsmann y Gropius, o los prototipos de Alvar Aalto desarrollados durante los años 1920 para la companía finesa A. Ählström. Será precisamente esta misma compañía la que realice en 1969 el encargo de la Moduli 225, que inspira su nombre en los 225 centímetros que miden cada uno de los lados del módulo cúbico base a partir del cual se configura el sistema.
Concebida con criterios de industrialización abierta, la casa parte de este módulo para adoptar un número de configuraciones potencialmente infinito, según sean el tamaño o la forma requeridos. La estructura, formada por pórticos bidireccionales de vigas y pilares de madera, está ranurada siguiendo una modulación de 75 centímetros aproximadamente, de tal modo que puedan insertarse en ella los diferentes paneles que forman el catálogo (paneles opacos o completamente acristalados, acanalados, puertas, etcétera), o bien dejarse sin revestir para formar pérgolas o porches exteriores. La solución permite asimismo prescindir de las cimentaciones in situ requeridas por los sistemas industrializados convencionales, pues la estructura se apoya en una serie de patas de acero telescópicas que pueden asumir un desnivel de más de un metro.
Para configuraciones sencillas es posible montar completamente la casa en dos días, e ir ampliándola a lo largo del tiempo según vayan cambiando las necesidades de sus habitantes, añadiéndose a la vivienda nuevos módulos compatibles con el sistema original.