Office Towers, Vienna
Massimiliano Fuksas 


Como resultado del fluctuante destino de las ciudades europeas, Viena ha pasado del dogma de la renovación urbana sin alteración de su imagen histórica —con ordenanzas que hace poco más de diez años prohibían la construcción de edificios de gran altura en la ciudad— a la euforia del rascacielos. El deseo de dotar a la ciudad del Danubio de un hito que cualificara su perfil urbano está en el origen de estas torres, homenaje a la arquitectura moderna de cristal. La capital austriaca sigue así la tendencia de ciudades como Londres, Berlín o Barcelona, donde se ha optado por la gran altura en operaciones urbanas singulares, un síntoma de optimismo previo a los dramáticos hechos del 11 de septiembre de 2001. 

Tras la caída del muro de Berlín, Viena se enfrentó, por primera vez desde 1920, a un fuerte crecimiento potencial, traducido en inmediatos planes de expansión urbana. La compañía Wienerberger, uno de los líderes mundiales en la fabricación de ladrillos, propuso a la administración local la revalorización de un área tradicionalmente industrial mediante el desarrollo en ella de un nuevo centro de negocios. En 1995, el Ayuntamiento convocó el concurso de ordenación, en el que resultó ganador este proyecto. Situado en una área de transición entre la ciudad y el campo, el conjunto profundiza en el desarrollo del paisaje urbano, en la relación de continuidad entre el centro y los espacios libres periféricos, y en la dimensión ‘ética’ de un proyecto de gran escala que permite leer su estructura en términos de ‘accesibilidad’ y ‘transparencia’. 

En un contexto disperso de bloques de oficinas de los años setenta y ochenta surge, imponiendo orden, un prisma acristalado de planta trapezoidal y tres alturas, sobre el que se alzan transparentes las dos torres de oficinas. El zócalo alberga un centro comercial con programa al uso (aparcamiento subterráneo para mil vehículos, un restaurante, tiendas y diez salas de cine de capacidad diversa) en el que se ha trastocado la estrategia habitual de la arquitectura de tipo comercial. El volumen está estudiadamente tallado en su interior, horadado para beneficiarse de la entrada de luz natural y, renunciando a aprovechar hasta el último metro cuadrado de superficie, con vacíos superpuestos. Los grandes lucernarios recortados en la cubierta y resueltos sin alardes constructivos iluminan generosamente los espacios interiores durante el día y permiten en todo momento el contacto visual con el exterior, lo que proporciona a este centro una singular ‘plusvalía’ espacial. 

Rotunda delicadeza
La interpretación flexible de las ordenanzas ha producido un resultado rotundo. Dos tersas torres, de puro vidrio, esbeltas y no idénticas, se alzan sobre su entorno, conectadas de forma intermitente mediante pasarelas, también acristaladas, de varias plantas. Las hermanas son diferentes en altura y proporciones: la torre A cuenta con 37 plantas por encima del basamento y mide 138 metros; la B es algo menor: 34 plantas y 127 metros de altura. Desde los primeros croquis aparecían giradas entre sí un ángulo indeterminado. La corta distancia que las separa —apenas 6 metros en el punto más cercano— consigue el efecto de que los prismas casi se toquen, resultando entre ellos un singular ‘intersticio’. 

Desde la calle, la transparencia y nitidez con que se alzan, la levedad de los forjados y la tensión en las aristas de piel de vidrio evocan el rascacielos berlinés dibujado por Mies van der Rohe en 1921. Las fachadas, de modulación rigurosa y vertical, son un único vidrio de suelo a techo, transparente y fijo. Los sistemas de instalaciones se encuentran integrados en los techos y suelos técnicos. El resultado es diáfano y legible a gran distancia. Otras torres construidas en Viena a lo largo de la década de los noventa dan buena idea de la actualidad de este tipo edificatorio. El renacer del rascacielos tal vez sea señal de que llega un nuevo momento urbanístico a Europa: termina la era de la conservación a toda costa de los centros consolidados y se celebra ‘por todo lo alto’ el inicio de una época de modernización y crecimiento de las ciudades...
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Obra
Centro comercial y torres de oficinas, Viena. 

Cliente
Immofinanz Immobilien, Wienerberger Baustoffindustrie. 

Arquitecto
Massimiliano Fuksas. 

Colaboradores
A. Casadei, A. Hahne, C. Baglivo, F. Caccavale, R. Crespi, F. Lozano, T. Noske, K. Onori, C. Schenck, M. SchmidtRabenau (Roma); R. Bock, J. Behrens, E. Faix, S. Bruno, M. Kavalirek, Z. Kiss, J. Mandl, B. Schwering (Viena); Götz; Mero & Co KG (fachada); Thumberger + Kressmeier (estructura); MCP (cubierta). 

Fotos
P. Cook, A. Kaunat, P. Ruault, R. Steiner, A. Furudate.