Las nuevas urbanizaciones y construcciones que rodean Lliria han ido conquistando el territorio ocupado en otro tiempo por los campos de cultivo de secano y regadío, que combinaban los olivos, algarrobos y almendros con las extensiones de naranjos. Situada en este municipio, la extensa parcela de la vivienda linda al noreste con una zona de regadío que termina en las faldas de la sierra Calderona, y en el arco este-sur-oeste con cultivos de secano.

Con la intención de explotar el terreno, el solar se dividió en tres bancales. La casa se asienta en la frontera entre el primero, ocupado por una plantación de naranjos, y el segundo, destinado a los almendros, olivos y algarrobos, y se orienta al noreste, abierta a las vistas de la sierra y a un jardín de piedra, césped y agua. Hacia el suroeste, una celosía curva delimita un patio de invierno rodeado por las dependencias de servicio —cocina, lavadero, paellero— y se continúa hasta la entrada, que articula los dos volúmenes que conforman la vivienda.

A un lado aparece un cuerpo de dos alturas relacionado con el patio que alberga las estancias comunes —comedor, estar y sala de billar— en planta baja, y el dormitorio principal y un estudio en el piso superior, comunicados por una galería abierta a la doble altura que ocupa la parte central. Al otro lado se sitúa el bloque quebrado destinado a las habitaciones de los hijos, abiertas por grandes huecos al jardín, y a las que se accede a través de un largo corredor iluminado por un lucernario continuo orientado a noreste. Éste emerge en la cubierta plana que, siguiendo la tradición mediterránea, está concebida como una gran terraza —al igual que en el otro cuerpo—, comunicada con el jardín por unas escaleras situadas en los quiebros de este volumen: un mirador desde donde se domina el hermoso paisaje cultivado que rodea la casa. Todo en ella remite a esa tradición: desde las celosías hasta los muros blancos que dibujan los límites frente a la naturaleza y protegen del fuerte sol, creando patios y zonas de penumbra…[+]