Contenido
Mil museos. De la evolución del museo como institución y de su imparable multiplicación dan cuenta 12 proyectos: el Pergamon de Berlín (Ungers); la Galleria d’Arte de Roma (Diener y Diener); el de Arte de Ingolstadt (Gigon y Guyer); el Rijksmuseum de Amsterdam (Cruz y Ortiz); el de Arte Contemporáneo de Cincinnati (Hadid); el Hermitage-Guggenheim en Las Vegas (Koolhaas); el Arqueológico de Vitoria (Mangado); el Ibere Camargo en Porto Alegre (Siza); el de Artes Primeras en París (Nouvel); el del Mar de Génova (V. Consuegra); el de la Guerra en Manchester (Libeskind); y el de Arte de Milwaukee (Calatrava).
Sumario
Juan Antonio Ramírez
El lugar de los relatos
Arte y arquitectura de museo
Adela García-Herrera
Diálogo en tres frecuencias
Con el patrimonio
Desde la ciudad
Ante el paisaje
Doce proyectos abreviados
Edificios: proyectos y realizaciones
Con el patrimonio. La restauración del patio del British Museum recupera para Londres un gran espacio público; y los nuevos museos alojados en las caballerizas imperiales de Viena revitalizan el viejo conjunto monumental.
Desde la ciudad. Con un vibrante cofre metálico y una oscura caja de piedra, enclaves periféricos como Castellón y Vaduz aspiran a ocupar un lugar en el mapa de los museos, pero también a ser polos de atracción arquitectónica.
Ante el paisaje. Los nuevos edificios del museo holandés de etnografía se hacen eco de la tradición constructiva nacional; y las formas del cántabro que alberga la réplica de una cueva paleolítica ofrecen una lección de topografía. Arquitectura
Norman Foster
British Museum, Londres
Ortner y Ortner
Barrio de los Museos, Viena
Moreno Mansilla y Tuñón
Museo de Bellas Artes, Castellón
Morger, Degelo y Kerez
Kunstmuseum, Vaduz
Mecanoo
Museo Etnográfico, Arnhem
Juan Navarro Baldeweg
Museo de Altamira, Santillana
Libros, exposiciones, personajes
Cosecha de premios. El premio Mies se ha otorgado a Rafael Moneo por el Kursaal; y el Pritzker a Herzog y de Meuron. En una entrevista y en el discurso de aceptación del galardón, se recorren sus respectivas trayectorias. Arte / Cultura
Luis Fernández-Galiano
Entrevista con Rafael Moneo
Jacques Herzog
El ideario de MonticelloPadres fundadores. La exposición de Mélnikov en las Arquerías de Fomento y su catálogo, y otra muestra de las series de Picasso en el Reina Sofía nos recuerdan su condición de padres fundadores de la vanguardia. Josep Llinás
A propósito de Mélnikov
Juan Antonio Ramírez
Picasso en serieArtes documentales. La fotografía es un precioso instrumento para la revisión del legado moderno, como muestran la reedición de un libro mítico sobre Sullivan, y sendas publicaciones recientes dedicadas a Mies y Taut.
Historietas de Focho
David Chipperfield
Autores varios
Libros
Paisajismo, diseño, construcción
Una mezquita lineal. Llegó, vio y venció. Rem Koolhaas se impuso a Cruz y Ortiz, Zaha Hadid, Toyo Ito y Rafael Moneo en el concurso para construir el Centro de Congresos de Córdoba en la margen izquierda del Guadalquivir, frente al centro histórico y en terrenos de la península de Miraflores. Y lo hizo con una audaz maniobra de cambio del solar previsto en las bases y con la propuesta de un gigantesco bloque lineal sobre pilotis donde se suceden los distintos elementos del programa: centro de visitantes, auditorio y hotel. Técnica / Estilo
Luis Fernández-Galiano
Noticias de Córdoba
El concurso del CCC
Rem Koolhaas
Cruz y Ortiz
Zaha Hadid
ToyoIto
Rafael MoneoPara terminar, Paloma Acuña efectúa un recorrido por algunos de los últimos museos españoles, a partir de los cuales se identifican los principales problemas que afectan a la gestión de los edificios y de las colecciones. Productos
Casa Barcelona, Informática
Paloma Acuña
¿Museos redundantes?
Luis Fernández-Galiano
Mil museos
Si la política fue la religión del siglo XIX, el arte ha sido la del siglo XX. Alimentados por una piedad unánime, sus santuarios se han multiplicado por las regiones prósperas del planeta, y la mayor facilidad de los viajes ha desplazado a multitudes peregrinas hasta los lugares sagrados del nuevo culto, desbordando con su afluencia devota los viejos templos somnolientos. Al comenzar el siglo xxi, tanto la proliferación de capillas como el caudaloso crecimiento de las basílicas traza un panorama de fervor sin fronteras, que ha hecho de los museos iglesias boyantes y del arte una fe saneada, impulsando una copiosa cosecha de construcciones que coloniza los recintos históricos, las áreas urbanas y los paisajes periféricos.
Con la popularidad y las masas han llegado la trivialización y el comercio. Las imágenes veneradas se han reproducido interminablemente en copias y facsímiles, la contemplación ensimismada se ha reemplazado por el tránsito acelerado, y la exhibición de objetos de culto ha dejado lugar a la oferta de espectáculos litúrgicos. A través de las grandes exposiciones, los montajes multimedia y las presentaciones interactivas, los museos se han convertido en teatros, y sus salas en escenarios donde las obras ya no se muestran, sino que se representan: el cofre del tesoro es hoy un baúl de disfraces, y todas las vasijas se frotan con el paño de la novedad excitada hasta que su brillo despierta al genio de la lámpara comercial.
En estos parques de atracciones culturales se suministran experiencias. Tanto el entretenimiento pedagógico como el ocio cultivado se ponen al servicio de un relato emocional que cautiva o conmueve, y esa escenificación de la excelencia aspira a la condición de experiencia vital que se archiva en la memoria del visitante-espectador. Los recipientes arquitectónicos de estas ceremonias de magia blanca no pueden limitarse a ofrecer espacios anónimos de recogimiento silencioso, y en la última floración de edificios expositivos proliferan las piezas narrativas y locuaces cuyas formas contundentes asumen con harta frecuencia el protagonismo de la seducción simbólica, convocando por sí solas a los espíritus de la sensación.
Los actuales museos no son templos invadidos por mercaderes, sino comercios dirigidos por sacerdotes. Los chamanes se han hecho dueños de las instituciones ilustradas de la república de ciudadanos, y las han puesto al servicio de una religión mistérica envasada en la jerga gerencial de las marcas y las franquicias, el etiquetado y la comercialización, la financiación y el beneficio. Ladrones de cuerpos y secuestradores de conciencias, los museos han sucumbido a la tentación del espectáculo sustituyendo la conservación y el estudio por una programación de atracciones que los ha hecho a la vez más numerosos y más intrascendentes, más poderosos y más frágiles, más visibles y más vacíos. Son templos de una nueva religión, pero esa religión es la del consumo compulsivo de experiencias.