La razón de que este edificio se haya planteado como una superposición de tipos residenciales muy diversos y sin afinidades formales entre ellos, es decir, como una suerte de surrealista ‘cadáver exquisito’, no es otra que su contexto urbano, definido también por la mezcla heterogénea: torres y bloques residenciales de los años 1970 construidos en torno al casco histórico de Champigny-sur-Seine, una localidad del área metropolitana de París. De ahí que el encargo para revitalizar este enclave con comercio y nuevas viviendas partiese del trabajo sobre las preexistencias, manteniendo su singular carácter definido por la superposición anacrónica y la diversidad de lenguajes y materiales. Para ello se trabajó con una estrategia de estratificación, por la que se fueron apilando según un orden tipológico tres modelos edificatorios muy diferentes entre sí: en la base, las casas tradicionales propias del casco histórico; en el cuerpo intermedio, los bloques residenciales racionalistas; finalmente, en la cubierta, viviendas unifamiliares. Cada una de ellas presenta literalmente sus formas y materiales característicos: ventanas rectangulares y fachadas de cinc, cobre y teja en el zócalo; huecos corridos y chapa, en el cuerpo intermedio; faldones a dos aguas y enfoscado en los ‘chalés’, que se asoman desde la cubierta, desafiando con su desequilibrio surrealista la lógica constructiva y el decoro moderno.