Según el punto de vista que se adopte, decir que esta casita africana de los finlandeses Heikkinen y Komonen podría haber estado construida con cualquier otra paleta de materiales —por ejemplo, en chapa ondulada y vidrio, como las de Glen Murcutt en el bush australiano— puede ser un reproche o un elogio. La disparidad correspondería a los dos extremos de un debate que recorre la historia de la arquitectura moderna, entre quienes defienden la imbricación entre material, forma, función y lugar, y los que abogan por la máxima autonomía de los diversos elementos. En la práctica existe todo un abanico de posturas intermedias, pero las obras más interesantes resultan ser las que consiguen mantener un equilibrio entre ambos polos.

Esta vivienda guineana sería uno de esos casos: sin renunciar a su habitual estrategia compositiva ni a su vocabulario básicamente abstracto, Heikkinen y Komonen han optado, a la hora de elegir los materiales, por aquellos que mejor pueden contribuir a la integración del edificio en el entorno, prestando especial atención a la facilidad de producción local. Así, para los muros se ha recurrido a una construcción a base de bloques de adobe estabilizado con cemento, realizados in situ mediante una prensa manual, mientras que las baldosas de terracota han sido fabricadas por las mujeres del pueblo. Una fina pantalla de bambú trenzado actúa como protección de la fachada a levante contra el intenso soleamiento matutino; viguetas de madera y finas tejas, realizadas también in situ, configuran la sencilla cubierta inclinada. Esta selección de materiales se pone al servicio de una sencilla distribución lineal, en la que cada habitación se ha concebido como un volumen autónomo, dejando entre medias pequeños porches protegidos por la cubierta común y la pantalla de bambú. Aunque los arquitectos han huido del mimetismo vernáculo, la elemental formalización de estos volúmenes remite a la arquitectura subsahariana tradicional.

El hecho de que el cliente presida la Asociación Índigo, una ONG de ayuda al desarrollo, y la influencia de otros factores, como que en el país está prohibido el uso de ladrillos cocidos por el peligro de desforestación que entraña la utilización de madera para los hornos, han condicionado la alternativa elegida, pero el feliz resultado puede achacarse en mayor medida a la opción por el silencio, entendido como discreción y economía de medios, que caracteriza la trayectoria de los arquitectos: una opción que les permite aplicar convincentemente su vocabulario en escenarios tan contrapuestos como el Círculo Polar Ártico y el África Occidental...[+]


Cliente Client
Eila Kivekäs

Arquitectos Architects
Mikko Heikkinen, Markku Komonen 

Colaboradores Collaborators
S. Freese (arquitecto architect); B. Julin (dirección de obra site manager

Fotos Photos
Onerva Utriainen