Situado unos 10 kilómetros al este de La Coruña, Oleiros ha experimentado un notable crecimiento en los últimos veinte años, en los que ha pasado de ser un municipio de carácter rural a uno mayoritariamente residencial, y en el que habitan muchas de las familias con mayor poder económico de la zona, convirtiéndose en uno de los más ricos de Galicia. Su proximidad a la capital de la provincia, las políticas urbanísticas que se han desarrollado desde los años 1980, su entorno paisajístico —con hermosas playas, bosques, parques y espacios naturales de gran calidad— y sus buenas comunicaciones por autovía y autopista están entre las causas que explican este auge.

En el camping Los Manzanos, ubicado en las proximidades del centro urbano de Oleiros, el proyecto consiste en la construcción de tres bungalows que vienen a aumentar la oferta de este tipo de alojamiento en un establecimiento de amplia trayectoria. Su disposición en el terreno está condicionada por los árboles existentes y la distancia al río próximo. Desde el principio se decide mantener la independencia de los accesos y configurar un entorno propio para cada unidad, sin interferir en los demás. Se plantea asimismo la idea de que el camino de acceso los atraviese, cubriendo ese punto para crear un espacio central acristalado desde el que se pueden usar y relacionar entre sí los espacios exterior e interior situados a ambos lados.

El programa de necesidades, señalado por el propietario-promotor, es el propio de una vivienda temporal de vacaciones, formado por salón-comedor-dormitorio, dormitorio principal, baño y cocina, y se resuelve mediante un único volumen rectangular, elevado del nivel del suelo, que se articula a ambos lados de un eje central. Desde este eje se extienden dos pasarelas que invitan a entrar a la vez que generan una zona de relación y resuelven la diferencia de cota entre exterior e interior y el acceso. Este espacio central, en el que se desdibujan interior y exterior, está cubierto por un lucernario atravesado por unas vigas de madera que tamizan la entrada de la luz; en él se encuentran las circulaciones y el mueble de la cocina. A ambos lados de este espacio se articulan las diferentes estancias en dos piezas. En la primera, orientada al suroeste, se dispone el salón-comedor-dormitorio, que se abre completamente al espacio anterior a través de unas puertas correderas, permitiendo la entrada de luz y la relación con la cocina. También recibe iluminación a través de un gran ventanal que ocupa la mayor parte de la fachada. En la otra pieza se organizan el dormitorio principal y el baño, que quedan orientados al este.

Las tres unidades son independientes y cada una de ellas está atravesada por el camino de acceso, que genera un espacio central, exterior e interior al mismo tiempo, que sirve para articular todas las piezas del programa.

En el espacio central, cubierto por un gran lucernario atravesado por vigas de madera que tamizan la entrada de la luz, se organizan las circulaciones y la cocina. A ambos lados se articulan las diferentes estancias.