Enclavado en la península de Greenwich, el Design District es una iniciativa para la construcción de espacios de trabajo a precios asequibles destinados a empresas creativas. Para ello se recurrió a ocho estudios emergentes de arquitectura que recibieron el encargo de diseñar dos edificios cada uno. El resultado es una provocativa diversidad de colores, materiales y formas que conforman un nuevo barrio dedicado al diseño, el arte, la tecnología, la artesanía y la música. En este contexto indefinido se optó por diseñar dos volúmenes muy pragmáticos: contenedores industriales basados en la flexibilidad del interior y el uso de sistemas constructivos básicos, e inspirados en el imaginario del estudio de un artista con grandes ventanales, salas de doble altura y una paleta de materiales reducida. El conjunto está concebido como un único proyecto formado por dos figuras que, a pesar de sus diferencias cromáticas, dialogan entre sí. Así, mientras que el edificio A1, ubicado en el perímetro, se reviste mediante una piel pulida de espejo; el D4, junto a la plaza central, presenta una fachada negra. La materialidad reflectante disuelve los edificios en el contexto y los hace participar de la vida del barrio, absorbiendo y reflejando la luz y los colores del entorno a medida que cambian con el paso del día y de las estaciones.