Ubicado en el campus de la Universidad de Navarra en Pamplona, el edificio será la sede definitiva de la facultad de Economía y Empresa. Provisto de una amplia dotación de aulas y salas adaptadas a la eventual evolución docente, se coloca junto al actual edificio de Derecho, con el que se comunica mediante diversos accesos y con el que compartirá espacios, medios y alumnos. La interco-nexión entre ambos edificios llega hasta el punto de que la nueva construcción comparte con la existente un único acceso exterior y enlaza sus circulaciones principales en todas las plantas. Por otro lado, las aulas con que cuenta el edificio de Derecho, de gran dimensión, se complementan con nuevas salas de diversos tamaños para aulas y seminarios, más redu-cidas y adaptadas a las nuevas directrices emanadas de la Declaración de Bolonia. Por lo demás, debía incluir un importante número de despachos para profesores, para cobijar su trabajo investigador y su asesoramiento personal a los alumnos.

El grueso del programa se distribuye en las plan-tas baja y primera, que se extienden en el conjunto de la superficie ocupada, alcanzando mayor altura en determinados puntos la baja, que es la de ingreso. La creación de amplios vestíbulos de uso poliva-lente ofrece a los alumnos espacios de trabajo de carácter abierto, variado e informal. Por su parte, la planta sótano aloja las instalaciones y una reserva de espacio para futuras necesidades.

La organización interior del edificio pretende ser eminentemente racional, para lo cual se basa en una geometría ortogonal y en la repetición regular de patrones y alineaciones de estancias y elementos constructivos. El amplio patio central cubierto está llamado a asumir un papel crucial, pues todo gira a su alrededor: actividad, espacio y circulaciones.

El edificio mantiene las alineaciones funda-mentales de la facultad de Derecho, añadiendo una nueva fachada común en su flanco sur, cuya excepcional longitud proporciona su fondo de pers-pectiva a la campa. Se concibe como una fachada de estructura seriada y expresión rítmica, coherente con su escala, que se construye con un sistema de elementos prefabricados de hormigón, dispuestos a modo de grandes lamas verticales que filtran las vistas, y actúan como parasol para los tramos del alzado marcados por su vocación de transparencia.

La imagen exterior del edificio, basada en el hormigón y el vidrio, se complementa con diversos revestimientos metálicos, opacos o más o menos permeables. El protagonismo del hormigón visto se justifica por su carácter sobrio y sólido, en línea con el carácter de los edificios vecinos.