Poco después de que Julian Barnes creara para la novela Inglaterra Inglaterra una réplica de su propio país en una isla del canal de La Mancha, OMA —al frente de un equipo multidisciplinar— presentaba un estudio prospectivo de ciertos paralelos con el universo soñado por el magnate de ficción Sir Jack Pitman. El estudio —encargado por las líneas aéreas KLM y el Schiphol Group— explora las consecuencias que tendría el traslado del aeropuerto de Ámsterdam a una isla de nueva creación en el Mar del Norte, intentando imponerse a los de Heathrow en Londres, Charles de Gaulle en París y Frankfurt en la pugna por convertirse en el principal intercambiador aéreo de Europa. Continuando con la tradición holandesa de inventar su propia geografía, la operación favorecería el crecimiento sin cortapisas del aeropuerto, pero tendría sobre todo implicaciones sin precedentes para el desarrollo del país en su conjunto,

Enclavado en el Randstad—el área de suburbios y ciudades dormitorio que gravita en la extensa periferia de Ámsterdam—el aeropuerto liberaría con su traslado 625 kilómetros cuadrados en el centro de una de las áreas más pobladas del mundo, dejando un vacío estratégico que se propone urbanizar parcialmente con densidades superiores a las habituales en Europa con el fin de acabar con la dispersión propia del paisaje holandés. Alrededor de este núcleo construido, el suelo liberado se ocuparía con un gran parque, dotando al país de un nuevo corazón verde. Como sucede en la aventura imaginaria de Barnes, la actuación tendría como consecuencia dos situaciones urbanas paralelas, una en el mar y otra tierra adentro.

A 10 ó 15 kilómetros de la costa, la isla artificial (de la que ya existen dos antecedentes asiáticos, la del aeropuerto de Kansai en la bahía de Osaka y la del Chep Lap Kok en la de Hong Kong) estaría unida a su alter ego en tierra firme por un puente o un túnel que actuaría como una suerte de cordón umbilical. El nuevo territorio en el mar se plantea como un paisaje programático que funde en un collage un amplio espectro de actividades comerciales, administrativas y recreativas. De sus 100 kilómetros cuadrados, la mitad estaría dedicada a usos ligados al propio aeropuerto mientras el resto reuniría parajes o elementos arquetípicos de los Países Bajos—los campos de tulipanes del Keukenhof o el circuito de fórmula 1 de Zandvoort— y reproducciones de otras referencias internacionales —los casinos del Strip de Las Vegas, Silicon Valley, Hollywood— proponiendo un paisaje parcheado de facsímiles próximo en contenidos al parque temático... [+]


Cliente Client

KLM, Schiphol Group

Arquitecto Architect

Rem Koolhaas / OMA

Colaboradores Collaborators

Reinier de Graaf, Jens Hommert, Mateo Poli, Adam Kurdahl, Anna Little, Bert Karel Deuten; Made by Mistake, Caludi Cornaz, HansWerlemann (maqueta model)

Fotos Photos

Dominik Gigler