Desde su inauguración en 1992, el Rijnstraat 8 destacó tanto por su innovadora tipología de oficinas —sus atrios servían como invernaderos—, como por ser un ejemplo de sostenibilidad. Con el paso del tiempo, el edificio no era capaz de atender a los criterios de flexibilidad y apertura requeridos por las oficinas contemporáneas. Así pues, en colaboración con el arquitecto original, Jan Hoogstad, y en el contexto de una asociación público-privada, se ha llevado a cabo la renovación del complejo dentro de un plan maestro para la modernización de todas las oficinas del gobierno holandés. La intervención ha resultado en una nueva relación del conjunto con su contexto, conectándolo visualmente a través de una gran fachada de vidrio y, funcionalmente, mediante la creación de un pasaje urbano que sirve como plaza pública. En el interior, las áreas de trabajo dispuestas en grandes salas diáfanas están atravesadas por pasarelas que organizan las circulaciones. Durante el proceso, una ambiciosa estrategia de renovación y transformación ha minimizado el uso de nuevos materiales: del 20% del edificio demolido se ha reutilizado el 99,7% . Además, el consumo energético se ha reducido gracias a la instalación de vidrio triple, de paneles solares, de luminarias LED y de un sistema de almacenamiento de calor y frío...
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