El concurso para el diseño de un puente peatonal sobre el parque de Anacostia, que bordea el río homónimo a su paso por el centro urbano de Washington, se convocó para favorecer el tránsito urbano sostenible y conectar las áreas verdes y los servicios situados en las dos riberas. El puente, además de entenderse como una extensión del parque, se establece como un destino en sí mismo que genera una plataforma de intercambio social. El puente es el lugar de intersección, y esto se expresa formalmente en el desarrollo longitudinal de la pasarela, formada por dos bandas que se anclan en cada orilla y convergen entrecruzadas sobre el río. El espacio de encuentro entre los dos brazos del puente acoge multitud de programas y actividades, como zonas de restauración y descanso, miradores sobre la ciudad, un centro de educación medioambiental y una gran plaza central para eventos estacionales como cine de verano, teatro o mercados. Las plataformas elevadas, dispuestas con una pendiente del cinco por ciento, se rematan con sendas cascadas de agua que marcan su terminación; una de ellas está integrada en un sistema de filtrado del agua del río que, junto con la creación de zonas de humedales en los muelles fluviales, ayudarán activamente a limpiar el cauce del Anacostia alrededor del parque.