Una de las consecuencias más lamentables del desarrollismo chino ha sido el abandono del medio que no hace tanto era la base económica del país: el mundo rural. Para contrarrestar este abandono y el fenómeno paralelo del éxodo a las ciudades, desde hace algunos años las autoridades están promoviendo algunas intervenciones de regeneración, entre ellas esta ambicioso proyecto en Wencun (en la provincia china más meridional), que ha supuesto la construcción de catorce casas, un puente y dotaciones públicas, y la rehabilitación de varias construcciones tradicionales.

La premisa ideológica de la actuación es el viejo tópico de que el mundo rural se corresponde aún con un modo de vida socialmente armónico y respetuoso con la naturaleza. Este presupuesto se ha traducido en una investigación tipológica que, inspirándose en la tradición, ha producido varios modelos susceptibles de aplicarse en futuros desarrollos rurales. La atención a lo vernáculo dicta también el esquema urbano que sigue el proyecto —una trama abigarrada y laberíntica semejante a la de cualquier pueblo chino—, así como los sistemas constructivos y los materiales locales empleados: cubiertas inclinadas, jabalcones y voladizos, patios interiores, madera, ladrillo, piedra basáltica... Todo ello pasado por el tamiz de un lenguaje que resulta contemporáneo a fuer de depurado y abstracto.